El Estado nos promete ayudas, pero la única realidad es que sigue maltratando a los agricultores y ganaderos con unas políticas que nos asfixian...
Me llamo José Manuel y tengo 61 años. Soy agricultor de tercera generación, tanto mi padre como mi abuelo se dedicaron y vivieron del campo, es lo que me enseñaron a cuidar y respetar desde que tengo uso de razón.
Ya entonces oía a mi padre quejarse de los precios, pero desde hace algunos años esta situación ha sido como una bola de nieve que nos ha pasado a todos por encima, y que no va a dejar ni rastro de la agricultura española.
Es necesario denunciar esta situación ya no crítica, sino absolutamente límite: estamos arruinados, nos están arruinando.
¿Cómo puede ser que un kilo de limones cueste 2,40€ en el supermercado, cuando nosotros recibimos 0,15€? ¡Sí, has leído bien, 15 céntimos!
Con las naranjas, la situación es parecida: se venden un 1500% más caras en el supermercado.
Los clientes de estas grandes superficies también son víctimas del sistema... acaban pagando de más sin ver todo lo que hay detrás…
¿¡A QUÉ ESPERAN LAS INSTITUCIONES PÚBLICAS PARA PONER FRENO A ESTA RUINA!?
Y no, no es cuestión de que “el campo necesite modernizarse” como deslizan algunos; lo hemos intentado todo. En mi familia, por ejemplo, ¡hasta hemos intentado vender nuestra producción en Amazon! El problema es que siempre vamos a necesitar de las grandes distribuidoras, quienes cada mes aprietan más y más y nos asfixian con sus “precios de mercado”.
Muy lejos de ideales políticos e intereses partidistas, necesitamos ayuda.
No estamos buscando enriquecernos, estamos buscando sobrevivir; que nuestros hijos, al menos alguno de ellos, siga queriendo, y pudiendo, dedicarse al campo.
La profesión de agricultor está entre los trabajos más antiguos del mundo, y no debe desaparecer por el fomento de agricultura intensiva llena de plaguicidas químicos que destruyen nuestros suelos y el sabor de nuestros alimentos.
Hay gente que ama el campo, disfruta de estar conectado a la tierra y no a un ordenador.
¡También se necesitan otros perfiles para conseguir un país rico en exportaciones y del que podamos sentirnos orgullosos por su producción de frutas y verduras!
Tenemos unas condiciones climáticas únicas y las estamos desaprovechando. Tengo compañeros que están reduciendo mucho las hectáreas plantadas. Lo que llega a supermercados no es más de un 10-15% de lo que se produce, es una tragedia. Un producto tan patrio y diferencial para la cultura mediterránea como el olivo, se deja sin recoger.
Hectáreas y hectáreas abandonadas porque el coste que tiene recogerlo es mayor que el dinero que el agricultor recibe por los aceites después. Suena surrealista, pero así es.
No nos salen las cuentas
La radiografía del futuro (y del presente) es tan desoladora como clara, señor Presidente: nadie va a poder trabajar a este precio y los pueblos pequeños se quedarán vacíos ¿Quién va a cultivar entonces nuestros productos? ¿Cuál va a ser su calidad? ¿Los buscaremos luego fuera a un precio de oro?
El Gobierno tiene que abrir los ojos y darse cuenta de nuestra realidad, porque somos un sector que da de comer a todos los ciudadanos.
Para colmo, tenemos la legislación ambiental más exigente del mundo, pero a los productos importados no se les exige los mismos requisitos.
Se firman acuerdos comerciales con otros países sin estudiar el impacto sobre el sector y se importan productos extranjeros contra los que no podemos competir con productos químicos que aquí están prohibidos por normativa europea, por no habler de las condiciones laborales lamentables en estos países.
No nos morimos, señor Presidente, nos están matando y desde las instituciones públicas se está permitiendo.
Queremos precios justos, que no nos paguen por debajo de lo que cuesta producir. Pedimos, porque realmente lo necesitamos, que se bajen los impuestos y se regulen las tarifas eléctricas, imposibles de afrontar en los últimos meses.
Que se cumpla la ley de la cadena alimentaria, por la que los contratos tienen que garantizar que los precios de venta cubran los costes de producción, que muchas veces no se respeta y hace que ni siquiera cubramos el coste que nos ha costado producir.
Nosotros hemos cumplido, pero solo usted puede hacerlo realidad: queremos voluntad política; queremos compromiso; no queremos palabras, queremos hechos, ya nos hemos manifestado bastante y no vemos resultados.
#ElMundoRuralDespierta
Este cambio solo puede venir de una mayor presión popular, no solo de la parte de los agricultores, sino de todos los ciudadanos que consumimos los alimentos en las condiones en los que nos los ofrecen, a precio de oro y sin importar la calidad o el sabor de antaño.
El país se recuperará con el campo, nunca sin el campo y menos aún contra el campo.
Debemos ejercer la máxima presión sobre los poderes políticos para conseguir de una vez por todas ayudas urgentes y rápidas para todos los trabajadores del campo, lo cual también ayudará al consumidor final.
Y ahora, ¡pasemos a la acción!
Para empezar, voy a lanzar nuestra gran petición de apoyo a los agricultores que puedes firmar aquí.
Fírmalo, haz que la gente lo firme. Movilícense.
Debemos actuar a todos los niveles, multiplicar las iniciativas y los mensajes a los poderes públicos.
¡Es hora de que nos escuchen! ¡Inscríbase ahora!
Por todos los agricultores y trabajadores del campo en España,
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